Un cardo que se moría
en un hermoso jardín,
a una rosa le pedía
que le aliviara en su fin.
en un hermoso jardín,
a una rosa le pedía
que le aliviara en su fin.
La rosa,
-que era una gran rosa-
nada le supo decir,
ella se vehía hermosa
y le bastó solo esta cosa
para dejarlo morir.
¡Que pena!
que pena da que una rosa,
se marchite en esta vida
engreída y vanidosa.
C. Abril C.
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