Soneto
Por beber de aquél pozo solamente
el paladar se le fue acostumbrando
a las aguas remansadas, dejando
al sabor de su boca indiferente.
Y después de beber en otra fuente
se le vio confundido y susurrando,
!qué párvulo llegué a ser rechazando
las del lago, el río y el torrente¡
Ahora ve por doquier desbordarse
las ánforas con jugos diferentes
y su dorso no le deja encorvarse.
!Qué lástima¡ con tantos excedentes,
y él, que ahora podría atiborrarse,
las mira discurrir bajo los puentes.
C. Abril C.
De Inquietud permanente
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