Coplillas
No quiso.
No quiso que lo supieras.
Vio a tu semblante tan yermo,
huérfano de primavera,
que consideró callarse
para que tú no sufrieras.
No quiso.
No quiso que lo supieras.
La perfidia se mecía
en su columpio de oro,
y en el zaguán se te ajaba
el candor de tus gladiolos.
No quiso.
No quiso que lo supieras.
Tus ojos ya estaban ciegos
y el hastío se encargaba,
de que ese amor que sufrías
apenas lo recordaras.
No quiso.
No quiso que lo supieras.
Y cuanto más te veía,
más añoraba en tu alma la alegría.
C, Abril C.
De, Inquietud permanente
(c)copyright
No hay comentarios:
Publicar un comentario