jueves, 10 de abril de 2014

EL ARCO IRIS



Retahíla prosaica

Rinnng. Rinnnnnng. Rinnnnnnnggg

¿Sí, dígame?
!Buenas tardes¡ ¿es el cielo?
Si, dígame usted. ¿En qué puedo servirle?
Oiga, llamaba para saber si ustedes hacen pedidos a domicilio...
Si señor. Y además no cobramos ni el transporte ni el iva, que nos hemos enterado que la cosa está muy mal por ahí abajo.
!Ah, pues estupendo¡
Desde luego ustedes si que sois solidarios y no los de aquí que nos lo piensan subir cada tres meses.

Dígame qué desea, le tomo nota.
Mire usted, yo quería una ración de nubes entre blancas y negras (mitad y mitad) y bien despachadas.
Las quiero aquí enfrente de la ventana de mi dormitorio, no a mucha altura, por si me da por subirme a ellas,
no vaya a ser que por algún casual me caiga y tenga que ir a mirar las obras del Plan E en silla de rueda.
Y apunte usted también un arco iris, pero que no sea muy grande, que desde mi ventana las vistas tienen poco alcance.

Está usted de suerte señor. 
Los arcos iris los vendemos cómo churros, pero nos queda uno precisamente de las medidas que nos ha pedido.
!Estupendo¡
Muy bien señor ¿algo más?
Si, que ustedes no recéis más por nosotros, que ya estamos muy augusto así .
Muy bien señor, en quince minutos podrá usted disfrutar de nuestros productos.
Muchas gracias.
!Ah por cierto¡
Díganle al repartidor que traiga cambio, que he ido al banco a cobrar el subsidio de desempleo y sólo me han dado billetes de cinco euros.


C. Abril C.


De Jacarandoso


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