lunes, 1 de diciembre de 2014

LA SIEGA


Tercetos monorrimos

En el medio de aquélla serranía,
como siempre, al despuntar el día,
las cuadrillas formaban batería.

Eran más de cuarenta los braceros,
y mientras preparaban los aperos
se oían gorjear a los jilgueros.

El más joven tenía doce abriles,
y además de remendar los mandiles
se ocupada de llenar los barriles.

Eran tres avezados manijeros
los que guiaban a todos los obreros,
y segando, siempre eran los primeros.

Las vertebras a punto de fractura,
por aquélla frenética locura
de tallar a la mies por su cintura.

Y al transponer el sol tras las montañas,
todos parecían tener pirañas
comiéndole la flor de sus entrañas.


C. Abril C.


De Terrones pardos


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