miércoles, 3 de diciembre de 2014

PÉRDIDA


Carillón


Ya no se mira en sus ojos de gata
ni canta coplas en aquella esquina,
ya no toma chatos en la cantina
ni dibuja besos en su posdata.

Ella, ya no espera tras la cortina
que serpentea suave en la ventana,
ni su madre hace ya de carabina
sentada en el umbral como una rana.

Ahora le ha invadido la desgana
y le ha desparramado su desvelo,
lo mismo que una espiga se desgrana
al pisarla las bestias en el suelo.

De repente un día se puso mala,
y se fue apagando aquella zagala
poco a poco como una lamparilla.

Un día lluvioso ahogó su sino.
Siendo fugaz, pero intenso el camino
que siempre anduvo dichosa y sencilla.

A su partida no puede habituarse,
porque jamás volverá a contemplarse
en aquellos ojos color vainilla.


C. Abril C.


De Inquietud permanente


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