Décima
Al rosal que tanto mimas
asómate recelosa,
verás que entre cada rosa
hay un puñado de espinas.
Y si ligera te inclinas
para exhalar sus olores
o contemplar sus colores,
cuida tu mano pulida,
si no quieres verla herida
y humillada entre las flores.
C. Abril C.
De, Bajo este cielo
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