Soneto
Aunque la luna se mire en tu espejo
o se asome celosa alguna estrella,
tú seguirás siendo la más bella
por ostentoso que sea el cortejo.
Ni el Sol dorado, ni el Marte bermejo,
ni el trueno, ni el rayo, ni la centella,
ni siquiera la más dulce doncella
podrán ser algún día tu reflejo.
Te abrazaron fenicios y romanos,
siempre fuiste la musa del poeta
y anhelo de gabachos y britanos.
!Qué salero chiquilla, qué coqueta¡
tienes prendados a los gaditanos
y a todos los que te miran... Caleta.
C. Abril C.
De Inquietud permanente
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