Estancia Spenseriana
Mirando como crecían los rebrotes
de aquéllas nonagenarias higueras,
optó por acrecentar los escotes
de sus cuarentaitantas primaveras.
Pero un día, palpando sus caderas
y observando su pecho en el espejo,
vio lejanas sus ricas sementeras
o aquel lustre que tenía su hollejo.
Hoy su falta, le daba ese toque tan añejo.
C. Abril C.
De Briznas de mi esencia
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