domingo, 11 de agosto de 2013

APRETÓN DE MANOS


Soneto


No hacía falta la fe del notario
ni en papeles signar un garabato,
la palabra de cualquiera en un trato
valía más que un aval bancario.

Y aunque para algunos fuese un calvario
el poder mantenerla con recato,
jamás a nadie le dio el arrebato,
de hacer con lo pactado, lo contrario.

Antes, cuando vendían los marranos,
pimplaban unos cuantos aguardientes
después de darse el apretón de manos.

Y ahora, necesitas de: gerentes,
fedatarios, letrados y escribanos,
para que no te cuelen preferentes.


C. Abril C.


De Bajo este cielo


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