Redondillas
Desde aquél día en la era
que te vi encima del trillo,
mi corazón de chiquillo
por tenerte desespera.
Hoy por fin llegó la hora
de llevarte a los altares,
y entre rosas y azahares
convertirte en mi señora.
Ves quitándote el refajo,
la entretela y el corpiño,
que yo mientras escudriño
lo que llevas por debajo.
Que pasé tantas penurias
durante nuestro noviazgo,
para pagar el portazgo
y sofocar las injurias.
C. Abril C.
De Terrones pardos
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