Soneto
Volaron mariposas aquél día
en tu estómago con mucho trapío,
se te erizó la piel y no era el frío
el causante de tal anomalía.
Fue mi boca, que en la tuya bebía
sin importarle una pizca el gentío,
que acudió aquélla tarde de estío
a pasear por la calle de la vía.
Y ahora, después de tanto amorío,
mi boca rememora tu ambrosía
y las aguas profusas de tu río,
Porque las mariposas cada día,
golpean con sus alas el vacío
que me dejó tu amarga lejanía.
C. Abril C.
De Migajas de Afrodita
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