¡Entre tus ojos y los míos,
se leen miles de palabras
y un hartazgo de amoríos!
También: una gran soledad,
mucho dolor y fantasía,
un montón de hipocresía
y alguna que otra verdad.
Se leen, infinidad de ¡te quiero!
unos, porque nunca de sus labios
esas palabras salieron;
otros, porque andan soñando
sueños que nunca tuvieron
y el resto, porque su significado
nunca entender supieron.
Pobre navío,
todos lo zarandean con desvarió.
Y el interés malsano
que anida en las mentes,
se utiliza de pasamanos
en estas corrientes.
Aunque hay letras chiquilla
que te achicharran
o te calientan la silla
en cuanto te hablan.
Ese grato calorcillo
por la columna te sube
y al igual que a un chiquillo
te encarama a una nube.
¡Valla suerte la mía!
que siendo remero de ríos
haya encontrado yo el mar
entre tus ojos y los míos.
C. Abril C.
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