Sexta rima
No esperes oír susurro de su boca
ni a sus labios pidiéndote arrebato,
que su corazón es cómo la roca
aunque otros lo confundan con recato.
No esperes arrumacos en su reja,
porque siempre anda helada su calleja.
C. Abril C.
De Inquietud permanente
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