Cuando la rosa de mi vida se marchite,
o el tiempo borde mi epitafio
con el hilo ceniciento de su alma,
no vengas a regar el tiesto con tus lágrimas,
porque ya no estaré ahí.
Búscame entonces en la ladera,
en el valle,
en la ribera,
o en tu jardín.
C. Abril C.
(c) copyriht
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