Soneto
Dejaré ya de regar tus claveles,
y cortar las espinas de tus rosas,
obviaré tus caricias maliciosas
y evitaré dormirme en tus laureles.
Arrancaré de mi, los cascabeles
que colgaste con manos tremulosas,
creyendo mis querencias veleidosas
y por tanto adictas a ser infieles.
Omitiré mis diarios arrumacos,
y mis deseos de ti, como cosacos,
aguantarán la fuerte dependencia.
Esperaré a que rompan la cadena,
cuando salde por fin esta condena,
que nació con la edad de la inocencia.
y cortar las espinas de tus rosas,
obviaré tus caricias maliciosas
y evitaré dormirme en tus laureles.
Arrancaré de mi, los cascabeles
que colgaste con manos tremulosas,
creyendo mis querencias veleidosas
y por tanto adictas a ser infieles.
Omitiré mis diarios arrumacos,
y mis deseos de ti, como cosacos,
aguantarán la fuerte dependencia.
Esperaré a que rompan la cadena,
cuando salde por fin esta condena,
que nació con la edad de la inocencia.
C. Abril C.
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